Carrera de embolsados
Nos metíamos en bolsas de
arpillera y corríamos a saltos de canguro, pero
antes teníamos que lograr levantarnos. Ése era mi
problema. En la carrera empezábamos todos acostados
y al silbato de Mrs. Findlay teníamos que
levantarnos sin tocar con los codos en el suelo.
Había un juez, generalmente otro estudiante, detrás
de cada uno de los participantes con la única
función de verificar que los codos no tocasen el
suelo. Si yo lograba levantarme, no había quién
saltara ni más lejos ni más alto ni más rápido que
yo. Pero era bastante poco flexible y a veces me
tocaba un juez también inflexible que siempre veía
codo y me ordenaba volver al suelo cada vez que
lograba levantarme. En esos casos la carrera
terminaba y yo todavía en el suelo. Era la única
forma en que podían ganarme. |